He conocido a una persona (de la manera más millenial posible): PARTE IV y FINAL
Seguimos quedando a lo largo de febrero, para cenar, para vernos y hablar de como nos iba en la vida, en el trabajo con los amigos. Le propuse irnos el fin de semana del sábado 10 de marzo a un apartamento que tiene mi familia en la costa para poder estar los dos solos y desconectar de nuestras realidades. Sin embargo, llegó lo que muchos estaban vaticinando desde finales del 2019: los infectados de COVID-19 s eiban contanto por miles, los muertos por centenares, y se impuso el estado de alarma y las restricciones de movilidad de la población en un intento desesperado por frenar la propagación de aquel virus del cual hoy en día aún desconocemos.
Me dolió no poder hacer esa escapada con él. Ahora cuando mis sentimientos hacia él estában en su punto más álgido, viene una pandemia mundial provocando una situación sin precedentes en la historia moderna que nos obliga a estar recluidos en nuestras casas. Lo asumí sin luchar, no podía hacer nada. Sin embargo, dentro de mí, la impotencia y frustración de saber que no lo volvería a ver me recorría por la cabeza sin cesar.
Mantuvimos el contacto vía telemática, hablando, preguntando como estábamos, nuestra situación personal, con el trabajo, la de nuestros familiares más allegados... Al final, optamos por, cada viernes o sábado noche, ver una película juntos. Fue una actividad que nos ayudó a mantener el vínculo que nos unía y a seguir hablando. De esta forma, no caíamos en el círculo vicioso de aislarnos, refugiarnos en un sinfín de horas delante de TW o IG en busca de alguna noticia que nos alentara de que esto iba a acabar pronto.
En julio, una vez alcanzada la "Nueva Normalidad" después de haber conseguido superar las disntintas fases, empezamos a vernos en persona. Una tarde, quedamos para ir a ver los búnkers del Carmel, en Barcelona. Fuimos a por comida y una vez estubimos arriba, nos quedamos para ver la puesta de sol y ver como la noche enguillía poco a poco la ciudad y como sus luces iban encendiéndose.
Poco a poco fuimos retomando el ritmo de nuestros encuentros cómo lo teníamos antes de todo esto. Teniendo siempre claro que seguimos en medio de una pandemis y manteniendo las medidas.
Para mi cumpleaños me regaló una visita a la casa Batlló, con copeo y concierto de swing en el tejado. Fue muy tierno. Al acabar, nos pasamos por el McDonald's, vestidos como si nos creyéramos alguien de clase alta, y nos cogimos un cubo de nuggets. Con el champán empenzandonos a subir un poco, fuimos andando y hablando (en ocasiones chillando como dos borrachos), haciendo el tonto por las calles vacías de turistas de Barcelona hasta su casa. Me quedé a dormir ahí esa noche.
Y bueno, os preguntaréis ¿y qué tal está todo ahora? Pues muy bien la verdad. Conseguimos mantenernos unidos ante la situación de la pandemia y, mientras las cifras de contagios diarios y muertes nos lo permitan, seguiremos quedando. De echo, la semana que viene tenemos planeada una escapada de fin de semana, y por fin, desde marzo, podremos cumplir nuestro deseo de irnos y desconectar los dos juntos.
Veremos a ver qué tal se desarrollan los acontecimientos.